Somos como una red.


Nuestra vida es como un hilo que cada día vamos tejiendo lentamente. Un hilo de acá, otro hilo de allá, y las vidas se van encontrando, entrelazando, haciendo nudos. Va surgiendo un tejido lindo, colorido. En el arte de la vida, somos los artistas. ¡Y qué artistas !. Hay momentos en que varios hilos se encuentran, y todo depende de nuestra arte en tratar los hilos y en trabajar la urdimbre y la trama. Podemos unir los hilos y hacerlos fuertes, o romperlos y crear un punto falso, un vacío, una ilusión.
Cuando rehuso unirme a otros hilos y hacer con ellos un nudo o formar un tejido, estoy sellando mi fracaso, pues, al  primer golpe de un viento más fuerte, mi hilo puede romperse.
Cuando yo descubro la fuerza del amor que impulsa hacia la unión y que forma la tela, me vuelvo fuerte, imbatible; y mi vida se va fortaleciendo con los valores de miles de otras vidas.
Hay hilos blancos, rojos, amarillos, negros, de todos los colores, de todas las matices, unos más débiles, otros más fuertes. Pero eso no tiene mucha importancia. Lo que realmente importa es unirse. Y el gran secreto es: no sólo responder ¡ presente ! cuando se pasa lista, como de alguien que está y no está, sino amarrarse con los otros, comprometerse, involucrarse, “hacer nudos”. Ya no somos simplemente hilos, sino tela, tejido, bordado, utilidad, belleza.
¿Falta descubrir cuál es la fuerza que nos impulsa a juntarnos con el otro, a empeñarnos con él, a formar con él un nudo?¿ Que podría ser sino el amor? Sólo el amor es energía pura, capaz de transformar nuestras vidas en un bordado vivo.



Del libro: Cómo cultivar la gratitud.

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