LAS ONCE ACTITUDES BASICAS DEL SADHAKA – PRIMERA PARTE (CINCO ACTITUDES)
Cuando
un viajero decide emprender un largo y minucioso viaje, primero tiene
que preparar todo lo necesario para el trayecto que pretende recorrer,
de otro modo podría tener dificultades en cualquier momento de su viaje.
Lo mismo ocurre con el viajero espiritual. Cuando comienza su
peregrinaje espiritual cuyo último fin es estar unido a la consciencia
divina y convertirse en un instrumento apropiado para la manifestación
del Divino, también debe reunir desde el principio los requisitos
esenciales para tener éxito en su peregrinaje; porque el camino de la
sadhana es mucho más difícil, mucho más asediado por las dificultades y
peligros que cualquier otro viaje en la vida exterior. Sin estos
requisitos que le ayudarán a lo largo de todo el camino, el peregrino
espiritual caería con frecuencia en el foso de una profunda confusión y
depresión psicológicas; aún más, podría interrumpir su viaje y abandonar
el sendero completamente, o, lo que es peor, podría ser atraído hacia
un desvío quedando seriamente amenazado su destino espiritual.
Pero, ¿cuáles son, al fin y al cabo,
estos requisitos que el sadhaka debe procurarse antes de poder viajar
por el sendero sin ser abofeteado a cada paso con toda clase de
dificultades psicológicas? La respuesta es: estos requisitos no son más
que un cierto número de virtudes esenciales del carácter que deberán
mantener con firmeza al sadhaka en el lugar adecuado, a través de las
múltiples vicisitudes de su empresa interior.
Porque sabemos que nuestra sadhana del
yoga integral no rechaza el mundo ni la vida; en cambio, lo que
proponemos hacer en ella es purificar y transformar la naturaleza,
nuestra naturaleza personal y la naturaleza del mundo, tanto como sea
posible y a continuación ofrecerlas al Divino como un instrumento digno
para su manifestación divina sobre la tierra. Nuestra aspiración no es
simplemente para disfrutar del deleite de la realización espiritual en
nuestra consciencia interior; el objetivo de nuestro yoga es que nuestra
naturaleza y nuestro ser exterior deben participar también plena e
integralmente de la realización espiritual. En las inimitables palabras
de Sri Aurobindo: “..nos proponemos conquistarnos a nosotros mismos y al
mundo para Dios; estamos decididos a ofrecerle nuestro ser actual así
como nuestro ser potencial…”(La Síntesis del Yoga)
Siendo este nuestro objetivo, no podemos
darle la espalda a la naturaleza, ni apartarnos de ella mientras sea
posible; ni nos es permitido dejar de lado el torbellino de la vida y
buscar el reposo de un refugio lleno de paz en un aislamiento interior y
exterior. Nuestra sadhana espiritual debe ser emprendida en la propia
naturaleza y en campo de batalla de la vida. Por eso debemos estar
preparados para hacer frente e intentar resolver con éxito todo género
de dificultades intrínsecas a esta elección básica que hemos hecho.
Sin duda, todas las sadhanas
espirituales son difíciles; sus senderos son “cortantes como el filo de
una navaja, duros de recorrer”. El nuestro es todavía más difícil,
aparentemente más obstinado. La razón es que nuestra actual naturaleza
está casi toda bajo el asedio de la ignorancia cósmica; está contaminada
por millones de clases de corrupción, tamásica y rajásica. Al aceptar
esta naturaleza perversa como el campo de nuestra sadhana, que es
equivalente a decidir permanecer en la misma morada con una serpiente
venenosa, se corre el riesgo constante de ser mordido a veces por el
reptil enemigo. Pero no por eso debemos abandonar nuestra noble empresa.
¿No ha recordado Sri Aurobindo a los discípulos del sendero integral
que “La vida es el campo de una manifestación divina, incompleta
todavía; aquí, en la vida, sobre la tierra, en el cuerpo…tenemos que
revelar a la Divinidad; aquí, debemos hacer real para nuestra
consciencia su grandeza, luz y dulzura trascendentes, aquí debemos
poseerlas, y, en la medida de lo posible, expresarlas. Debemos, entonces
aceptar la vida en nuestro yoga a fin de transmutarla profundamente;
nos está prohibido rehuir las dificultades que esta aceptación pudiera
añadir a nuestro esfuerzo?”. (La Síntesis del Yoga).
Bien, tal es nuestra aspiración en este
yoga, tal es el plan de acción frente a nuestra incorregible naturaleza
presente. Pero la aspiración no puede llevarse a cabo en un día, ni
nuestra naturaleza responderá tan fácilmente a nuestra presión
transformadora sobre ella. Por lo tanto, el sadhaka tendrá que emprender
su guerra espiritual por un largo período de tiempo. Tendrá que
afrontar y abordar muchas veces una situación difícil. Diferentes tipos
de obstáculos interiores y exteriores, bloquearán el camino de su
progreso; tendrá que atravesar serias pruebas. Más aún, no será sólo su
naturaleza personal la que intentará ofrecer resistencia a cada paso con
su obstinación; también la naturaleza universal buscará erigir un muro
de oscuridad en su camino, porque esta naturaleza, bajo la incitación de
la ignorancia cósmica se opone mortalmente a la posibilidad de que
cualquier sadhaka escape a su prisión y experimente un nuevo nacimiento
espiritual en la luz celestial. Recordemos al respecto la advertencia
pronunciada por Sri Aurobindo: “Cuando el alma se dirige hacia el
Divino, puede producirse una resistencia en la mente, cuya forma más
frecuente es la negación y la duda, lo cual puede engendrar un
sufrimiento mental y vital. Y además, podría existir una resistencia en
la naturaleza vital cuyo principal carácter es el deseo y el apego a los
objetos de deseo…La consciencia física también podría ofrecer una
resistencia que es, en general, la de una inercia fundamental, una
oscuridad en la sustancia misma del físico…Existe, además, la
resistencia de la naturaleza universal, que no quiere que el ser escape
de la ignorancia hacia la luz”.
También la Madre advertía, del mismo
modo, a los sadhakas del yoga integral: “El yoga integral consiste en
una serie ininterrumpida de exámenes que uno debe pasar sin aviso
previo, por lo tanto, hace que estés siempre alerta y atento”.
La madre ha dicho, además, con respecto a
la naturaleza de estas pruebas: “Los tres tipos de exámenes son: (1)
los establecidos por las fuerzas de la naturaleza, (2) los establecidos
por las fuerzas divinas y espirituales, y (3) los establecidos por las
fuerzas hostiles. Los últimos son los más engañosos en su apariencia, y
si uno no está preparado para la sorpresa o se halla desprevenido, debe
permanecer en un estado de constante vigilancia, sinceridad y humildad”
Ahora bien, las preguntas pertinentes
que pueden perturbar al sadhaka son: ¿Cómo puede uno superar estas
pruebas con éxito?, ¿qué hay que hacer para que el camino de peregrinaje
espiritual sea fácil de recorrer?, y finalmente, ¿qué puede hacer el
sadhaka para que las dificultades y sufrimientos inevitables del sendero
no actúen únicamente como obstáculos negativos, sino que por el
contrario se conviertan en excelentes oportunidades que conduzcan al
florecimiento de la consciencia espiritual del sakhaka?
De aquí, entonces, la necesidad de una
preparación preliminar en la vida de la sadhana y de que el sadhaka
acumule los requisitos básicos del sendero. Hemos indicado ya que una
parte muy importante del proceso de adquisición de tales requisitos
básicos consiste en que el sadhaka cultive un cierto número de virtudes
que deben constituir el núcleo de su carácter.
Al hablar de las tres categorías de
examinadores que elaboran constantemente pruebas para los sadhakas del
yoga integral, y de las virtudes especialmente requeridas para pasar
exitosamente estos exámenes en el sendero, la Madre ha mencionado
particularmente las siguientes:
(1) perseverancia; (2) alegría; (3)
audacia; (4) plasticidad; (5) confianza; (6) entusiasmo; (7)
generosidad; (8) vigilancia; (9) humildad; (10) sinceridad; (11)
aspiración; (12) rectitud.
Éstas y otras virtudes del mismo género
serán constantemente exigidas en cada etapa del viaje espiritual, y
cuando estén firmemente arraigadas, protegerán y fortalecerán el
carácter del sadhaka sirviéndole de arma y coraza en su incesante
batalla espiritual contra las fuerzas de la oscuridad establecidas.
Nos proponemos hablar, aunque
brevemente, sobre algunas de estas virtudes espirituales esenciales
precisamente en este primer capítulo del libro, porque son apropiadas
para levantar la sólida fundamentación de la sadhana, ya que sin ellas
la superestructura del edificio del yoga integral no puede ser erigida
de ninguna manera.
La primera virtud que el sadhaka debe
cultivar en toda su extensión y mantener siempre durante el transcurso
de su sadhana espiritual es:
1. Un amor y devoción absolutos al Divino y a su Shakti
Debemos hacer de esta preciosa virtud el
rasgo principal de nuestra naturaleza y de nuestra consciencia. Nuestro
amor por el Divino debe poseer una simplicidad pura y una rectitud
psíquica. Este amor y devoción deben ser totalmente incondicionales, sin
esperar nada a cambio y no deben ser empañados por la confusión creada
por los cuestionamientos intelectuales. Podemos fácilmente ponernos a
salvo de numerosas dificultades y desastres psicológicos, así como de
los diversos peligros y arenas movedizas del sendero si podemos hacer
firmes, constantes y absolutamente invariables nuestro amor y devoción,
nuestra fe y confianza en la Madre Divina y en su amor. En este caso
descubriremos, para nuestra sorpresa, que ninguna desgracia, -por más
grave en su apariencia y por muy repentina que aparezca en el camino y
aflija seriamente nuestra mente y nuestro corazón, e incluso nuestro
organismo físico-, podrá producirse en la consciencia del sadhaka, ni
siquiera la insinuación más insignificante de protesta o queja, ni mucho
menos alguna rebeldía o abandono; nuestra fe y confianza en el Divino y
en su amor no sufrirá ni la más mínima mella, ningún peligro del
sendero significará para nosotros tal peligro, y ningún dolor exterior
ocasionará al sadhaka aflicción psicológica alguna.
Establecidos sólidamente en esta
particular virtud de amor y confianza sinceros en el Divino no
tardaremos en darnos cuenta, sobre la base de la evidencia directa de
nuestra experiencia personal, que “Dios es nuestro amigo sabio y
perfecto, porque sabe cuándo golpear y cuándo acariciar, cuándo matar
igual que cuándo salvar y socorrer… Hemos de tener fe en el amor y en la
sabiduría de Dios,… que ejecuta todo para nuestro bien, incluso cuando
está aparentemente oculto en el mal”.
La segunda virtud espiritual que debemos desarrollar para ayudar al progreso de nuestra sadhana es:
2. Una actitud optimista y un estado de alegría constante
Sri Aurobindo nos ha dicho:” Una
alegría, una calma y una confianza sátwicas son el temperamento
apropiado para este yoga (el yoga integral)…”
Y esto es fácil de entender. Porque una
vez hayamos establecido en nuestro interior una disposición permanente
de tranquila ecuanimidad, podremos percibir claramente que todo lo que
ocurre en el tortuoso viaje de nuestra vida, sea agradable o
desagradable, o incluso aparentemente desastroso, tiene a la vez,
invariablemente, dos aspectos diferentes: uno, positivo, prometedor, que
conduce a un bien futuro; el otro, ominoso, que adopta la forma
aparente de un mal.
Ahora bien, esto es sólo porque en
nuestra disposición dominada por el ego, concentramos nuestra atención
únicamente en los elementos negativos, ignorando completamente el
aspecto positivo de la situación, nuestra consciencia queda fácilmente
obnubilada, falseados los juicios, heridos los sentimientos, y
desbordado nuestro corazón por una insoportable ansiedad y desorden.
Pero si queremos construir una vida
espiritual auténtica, es esencial que cambiemos nuestro modo de ver las
cosas. Frente a cualquier acontecimiento imprevisto en nuestra vida,
debemos aprender a percibir inmediatamente su lado positivo y estar
feliz por ello; nuestra consciencia debe enfatizar este lado positivo y
esto nos hará palpablemente conocedores del gran bien espiritual que se
ha estado gestando tras la apariencia de la maldad y la oscuridad.
Y si podemos actuar de manera que en
cada ocasión se desarrolle en nosotros una actitud inherentemente
optimista, el curso de nuestra vida cambiará su carácter y se
dulcificará en todas las circunstancias, y seremos sin duda intensamente
conscientes de la luz, presente incluso en medio de una oscuridad
sofocante. Sri Aurobindo ha calificado esto como el “camino soleado”
sobre el que el sadhaka avanzará hacia la meta con pasos seguros y
gozosos, “con absoluta confianza en la Madre, sin temer nada, sin ningún
tipo de pesar…”, con “una alegre ecuanimidad, incluso frente a las
dificultades…”.
3. Una resignación gozosa ante la providencia divina
El camino de la sadhana no puede sino
estar lleno de confusiones y dificultades. En cualquier momento de la
vida del sadhaka puede pillarle desprevenido alguna desgracia
incomprensible. Y en esos instantes críticos y cruciales le es muy
difícil mantenerse en equilibrio. Para poder conservar la sangre fría en
estas situaciones difíciles y peligrosas, el sadhaka debe imprimir en
su corazón, desde el principio de su sadhana, la siguiente verdad
cardinal de la vida espiritual en relación al Divino, y volver a ella
inmediatamente cada vez que tenga la impresión de salirse del sendero
correcto: “Los caminos del Divino no son como los de la mente humana ni
siguen nuestros esquemas, y no es posible juzgarlos ni decidir por Él lo
que se debe hacer o no, porque el Divino lo sabe mucho mejor que
nosotros. Si de alguna manera admitimos al Divino, me parece que tanto
la razón verdadera como la Bhakti estarán de acuerdo en exigir una fe y
una consagración implícitas”:
Por lo tanto, la constante contraseña de
un sadhaka debe ser de una absoluta adaptabilidad y una resignación
gozosa a todo designio de la providencia divina. Su mantra en todo
tiempo y lugar, ya sea en el bienestar o en la desgracia, en los
períodos de sol brillante o en los días nublados, debería ser: “Hágase
tú voluntad”; y no a regañadientes, ni con una resistencia estoica, sino
con la plena adhesión de la totalidad del ser, con un asentimiento y
una aceptación gozosas. Meditemos sobre las siguientes palabras de Sri
Aurobindo: “Recordar las verdaderas bases del yoga…la obediencia a la
voluntad divina, la no aserción de la propia voluntad, son el primer
mantra…aprende en primer lugar a obedecer absolutamente..”
4. Ausencia de preocupaciones y de ansiedades
Debemos desechar del campo de nuestra
consciencia todo pensamiento inútil e incapacitador como los siguientes:
“¿Quién sabe lo que va a ocurrirme?, y ¿Qué desgracias me deparará mi
desconocido destino en un futuro próximo?”
No, un sadhaka debe aprender a estar
totalmente libre de toda preocupación y ansiedad frente a su futuro. Su
actitud debería ser: “Siempre que algo me suceda en el futuro, fruto del
designio divino, será porque tengo que ocuparme de ello. ¿Por qué
alimentar anticipadamente toda clase de presentimientos negativos? En su
lugar, mi actitud deberá ser aceptada con gratitud todas las cosas
agradables que el Divino me ofrece en su amorosa bondad, incluso en este
momento preciso. Cualquier cosa que el Divino desee que yo sea en el
momento presente de mi vida, intentaré sinceramente serlo; cualquier
cosa que yo considere que es mi deber espiritual en este momento, la
haré con perfecta sinceridad, únicamente como una ofrenda a mi amado
divino. Y aquí termina mi labor y mi ocupación. No necesito cavilar
ansiosamente respecto a la incertidumbre de mi futuro, ni está
justificado derramar lágrimas inútiles por mis caídas y fracasos
pasados. Concentrarme sólo en el presente y tratar de sacarle el máximo
partido a sus posibilidades: es todo lo que debo hacer como sadhaka.
Esta es, sin duda, una gran virtud que
hay que adquirir y aplicar en la práctica actual, si el sadhaka quiere
eludir muchos males innecesarios y perfectamente evitables de la vida.
5. Total eliminación del egocentrismo
Es lamentable comprobar que de forma
universal la mayor parte de nosotros, al hacer frente a un
acontecimiento, situación o circunstancia, o en cualquier contacto con
los demás seres, en general, lo evaluamos únicamente en términos de si
nos conforta o nos angustia, si nos complace o nos desagrada, si sirve o
no sirve a nuestro ego y a sus intereses. Este es un defecto muy serio,
que aflige a muchos sadhakas, viciando enormemente el curso de su
sadhana. Esta nociva actitud egocéntrica debe ser eliminada por todos
los sadhakas del yoga integral si quieren progresar con paso firme en la
sadhana; deben reemplazarla por una actitud geocéntrica frente a
cualquier evento de la vida. “No lo que yo deseo, sino lo que el Divino
desea en este momento” debe ser la única consideración como sadhaka. Sri
Aurobindo lo dijo muy claramente. He aquí sus palabras: “El hombre
egocéntrico experimenta y toma las cosas según le afectan: me complacen o
me disgustan, me producen alegría o me causan malestar, halagan mi
orgullo, mi vanidad, mi ambición o lo hieren, satisface mis deseos o los
frustra, etc. El hombre desinteresado no mira las cosas de esa manera;
trata de ver lo que son las cosas en sí mismas y lo que serían si él no
estuviera, cuál es su significado, cómo encajan dentro del esquema de
cosas, o incluso experimenta calma y ecuanimidad, remito todo al
Divino…” “aprende a hacer que no sea el ego, sino el Divino, el centro
de su existencia, y piensa, actúa y siente sólo para el Divino..”
Así pues, éste es el quinto requisito
esencial del sendero: no juzgar nunca, o, mejor dicho, no juzgar
equivocadamente las cosas desde el punto de vista del ego personal, sino
remitir todo a la voluntad omnisapiente y omniamorosa del Divino.
(Extraído del libro “La Práctica del Yoga Integral de Sri Aurobindo”, de Jugal Kishore Mukherjee)
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