No es suficiente querer despertar: es necesario despertar
Estamos
dormidos. Arrastramos una situación de irrealidad en nuestra vida, y no
la controlamos, del mismo modo que no la controlamos cuando estamos
dormidos. Cuando uno se despierta, lo primero que hace es tomar
conciencia de quién es y dónde está. Por eso, el primer paso es
despertar. Para tomar conciencia.
Despertar
no es sólo una opción, sino una obligación. Otra de esas
responsabilidades absolutamente personales e intransferibles. A medio y
largo plazo, del todo gratificante. El premio del esfuerzo que requiere
se compensa con la nueva forma que se va a adquirir de ver las cosas y
con la calidad de vida consciente que se va a poder disfrutar después.
¡Despierta ya!
Fuente : http://www.portaldimensional.com/
El
mejor método para despertar es el cuestionamiento de todas las cosas,
los actos, los pensamientos, las reacciones, los estados de ánimo, las
creencias: en fin, el cuestionamiento de todo. No te agarres a ningún
concepto, ideología, costumbre rutinaria… si nada te obliga, si nada te
ciega, estás en condiciones de descubrir dónde está la realidad, que es
lo mismo que la verdad, y podrás despertar a la vida buena. No confíes
sólo en las palabras, que son falsas si lo desean (prueba a decir la
frase que quieras, luego coloca un no, y verás cómo todo cambia), que
permiten mil interpretaciones; confía mucho en la intuición,
acostúmbrate a escuchar a ese sabio viejo que todos llevamos dentro, ten
fe en ti mismo, cree sólo en lo que resuene con fuerza en tu interior…
piensa que todo puede ser lo que parece, pero también lo contrario.
Hazte filósofo, pensador libre, duda cuanto creas necesario pero indaga
hasta encontrar la verdad de cada cosa.
Siéntete
vivo, muy vivo. Encuentra el gusto en atreverte a preguntarte cosas, y
goza del placer de las respuestas propias. Despertar es Descubrir y
Descubrirse. Quitarse las vendas, soltar los frenos, limpiar el polvo y
las telarañas de los ojos para verlo todo de nuevo, todo nuevo, con la
mente despierta y la vida atenta.
EL DESPERTAR ESPIRITUAL
(Texto basado en ideas del libro Ser Transpersonal, de Roberto Assigioli)
El
ser humano “normal” se “deja vivir” en lugar de vivir. No piensa ni el
significado, ni el propósito, ni el valor de su vida. Se dedica a
satisfacer sus aspiraciones personales, disfrutar los sentidos, y busca
cumplir las ambiciones de sus deseos materiales. Si está un poco más
madura, subordina alguna de sus satisfacciones al cumplimiento de sus
obligaciones familiares o sociales, pero sin pensar tampoco en el por
qué. Probablemente se considera religioso y creyente, pero se limita, en
los mejores casos, a ir a misa o cumplir la mayoría de los
mandamientos, y con eso cree que ha hecho lo correcto. Así que parece
que lo importante de su vida gira en torno a lo material, y piensa que
la vida se vive aquí y se acabó. No piensa en un “Cielo futuro”. A este
ser humano, este “hombre normal”, puede que un día se le presente una
inquietud o una perturbación de una apariencia espiritual. Puede suceder
tras una serie de desengaños, tras un shock emocional, pero también
puede suceder sin motivo aparente en un momento en que todo va bien. La
propuesta de cambio puede suceder con un sentimiento indefinible de
insatisfacción, de que falta “algo”, pero ese “algo” que falta no es
nada concreto, nada material, nada que aporte al mismo tiempo una
respuesta o una solución. Se empieza a sentir que la vida ordinaria está
vacía; de pronto, todo lo que ha sido satisfactorio hasta entonces ya
no satisface del mismo modo: parece que se está viviendo una vida
irreal. Los asuntos personales que antes llenaban su interés y su
atención, parecen interesar menos: pierden su valor y su importancia.
Surgen preguntas. Muchas. Otro tipo de preguntas distintas de las
habituales, y casi todas tienen un matiz de interés por el prójimo, por
el sufrimiento, por el sentido de la vida, por cosas que hasta ahora
aparentaban no existir, pero que de pronto irrumpen con una fuerza capaz
de desbancar otras preocupaciones. A veces le parece tan extraño lo que
le está sucediendo que piensa si se estará volviendo loco, si estará
divagando de un modo anormal en un mundo de cuestiones muy importantes
cuyas respuestas desconoce. Hasta ahora no le habían importado, así que
no entiende esta pujanza actual. Piensa, equivocadamente, que es mejor
no seguir en ese camino y trata de volver a sumergirse en las cosas que
hasta ese momento le han producido satisfacciones. Pero no. Ya no es
igual. La inquietud persiste. Cada día vuelve con la misma o mayor
intensidad. No hay forma de acallarla. La sensación de duda y de vacío
se vuelve casi insoportable. La persona se siente distraída del mundo,
las cosas de antes se desvanecen como un sueño, mientras que,
extrañamente, no aparece algo con fuerza que le apacigüe o le
tranquilice: no hay una nueva luz, algo que sustituya a todo lo que
siente que está perdiendo o ya ha perdido. Aún no sabe que la luz
aparecerá y en algún momento todo será claro. Además, en la mayoría de
los casos todo esto viene acompañado de una crisis moral. La ética está
más presente. Se juzga con severidad, y se recrimina algunas facetas de
su forma de ser. Por supuesto que estoy generalizando. Hay variaciones
en el modo, pero siempre es así más o menos. En unos casos está más
marcado por las dudas existenciales y las preguntas metafísicas, y en
otros predomina la crisis moral. En muchos casos, todo este proceso se
asemeja a crisis neuróticas, rayando la psicosis. En otros, se
manifiestan síntoma físicos, nerviosos, o psicosomáticos. Estas crisis,
tan aparatosas, son positivas, naturales, y útiles para el despertar
general de las personas de cara a su crecimiento humano y espiritual.
LAS CRISIS CAUSADAS POR EL DESPERTAR ESPIRITUAL:
La
apertura del canal entre los niveles consciente y supraconsciente,
entre el yo y el Yo Superior, producen una maravillosa liberación. Van
desapareciendo los conflictos y sufrimientos anteriores, junto con los
síntomas físicos y psicológicos que generaron, demostrando así que no
eran problemas debidos a una causa física sino el resultado de una lucha
interna. Pero en otros casos, bastante frecuentes, la personalidad es
incapaz de asimilar correctamente el flujo de luz y energía. Esto
sucede, por ejemplo, cuando el intelecto no está bien coordinado y
desarrollado; cuando las imaginaciones y las emociones están
descontroladas; cuando el sistema nervioso es demasiado sensible; o
cuando la irrupción de energía espiritual es abrumadora por su
intensidad y su carácter repentino. Si la mente no está capacitada para
soportar la iluminación, puede ser que la experiencia sea interpretada
de forma errónea, creando una confusión de niveles o desorientación con
respecto a Lo Superior. Cuidado, porque, mal orientado, puede derivar en
un inflamiento del ego. Conviene, por tanto, diferenciar claramente el
nivel físico ordinario del Superior. Todos somos ambas cosas, pero es
imprescindible no olvidarlo para evitar ser víctimas de una ilusión en
la que uno se cree un elegido para una misión divina, un gurú, o un
Nuevo Mesías. No se le deben atribuir al yo personal las cualidades del
Yo Superior. Somos ambos, sí, pero no confundamos que, en realidad, en
este momento simplemente somos humanos aunque con acceso a lo Superior.
REACCIONES POSTERIORES AL DESPERTAR ESPIRITUAL:
Un
despertar interior armonioso se caracteriza por un sentimiento de
alegría y de iluminación mental que conlleva una introspección en el
sentido y en el propósito de la vida; despeja muchas dudas, ofrece
solución a muchos problemas, y proporciona una base interna de
seguridad. Al mismo tiempo, hace brotar la comprensión de que la vida es
una, y a través de la persona fluye una efusión de amor hacia sus
semejantes y hacia toda la creación. La personalidad previa, con sus
aristas y rasgos desagradables, parece retirarse al fondo, y un nuevo
individuo amoroso y encantador nos sonríe y sonríe al mundo entero,
deseoso de ser amable, de servir, y de compartir sus recién adquiridas
riquezas espirituales, cuya abundancia le parece casi demasiado grande
para poder contenerla. Rara vez todo esto acaba siendo completo y
permanente. Lo habitual es que se retroceda un poco hacia el estado
anterior; hay cambios permanentes, otros son temporales; se toma
conciencia de lo que se ha avanzado, y se mantiene la esperanza de que
es posible seguir creciendo, y de que lo que viene tras el despertar
espiritual siempre es glorioso. Y realmente es así.
ATENCIÓN
En la Biblia se hace referencia a estar dormidos y despertar. En muchas
ocasiones, cuando uno duerme cree estar viviendo en la realidad. Muchas
veces, cuando estamos en la realidad, estamos dormidos a la vida, y
estamos viviendo en un modo que se puede demostrar que tiene gran parte
de ficción, de idealización, de desconocido… y vivimos sin Vivir,
creyendo que no podemos intervenir en nuestro sistema de vida como
también creemos que no podemos influir en el curso del sueño cuando
dormimos. Estar atentos continuamente a la vida es despertar poco a
poco, es ser y estar más despiertos cada vez. La otra forma de
despertar, además de la atención, es el trabajo personal y espiritual,
en el que uno Descubre la esencia que se encuentra tras la apariencia.
Despertar siempre es gratificante: lo que aparece después en todos los
casos mejora lo anterior.
DESDE
UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL Realmente… ¿Qué es lo que quiero?
Despertar: todos estamos dormidos la mayor parte del tiempo. Y no me
refiero a estar en la cama y tener los ojos cerrados. Me refiero a vivir
de un modo en el que no intimamos con la realidad y la vida, sino que
nos conformamos con dejar pasar el tiempo, vacío o lleno de autoengaños,
muerto u ocupado por distracciones. La vida requiere una atención que
está desatenta la mayor parte del tiempo. Despertar es ser consciente de
la vida, de los instantes, de los sentimientos; es darse cuenta cada
momento de que se está viviendo, de que uno es protagonista de algo
especial e irrepetible, de que uno está detrás y por encima de los ojos
que miran. Despertar es dejar de quejarse y ponerse a hacer; levantarse,
aunque se pueda volver a caer; ver lo que hay detrás de las cosas;
escapar del pasado e instalarse en el presente; decir adiós al
sufrimiento y hola a nuevos y placenteros estados. Metanoia es una
palabra utilizada en la religión católica. Viene a indicar una
transformación profunda de corazón y mente hacia una manera positiva.
Hay teólogos que sugieren que la metanoia es un examen de toda actividad
vital y una transformación de la manera como se ven y aceptan los
hombres y las cosas. Esto también es despertar. De momento, es más que
suficiente con despertar, porque ese estado nos llevaría a realizar todo
lo que es necesario.
RESUMIENDO
Despertar no es sólo una opción, sino una obligación. Otra de esas
responsabilidades absolutamente personales e intransferibles. A medio y
largo plazo, del todo gratificante. El premio del esfuerzo que requiere
se compensa con la nueva forma que se va a adquirir de ver las cosas y
con la calidad de vida consciente que se va a poder disfrutar después.
¡Despierta ya!
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