CÓMO CANALIZAR

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Básicamente hay tres tipos diferentes de canalización. En el primer tipo, la persona que está canalizando —el médium— entra en un estado de trance profundo y parece abandonar el cuerpo, permitiendo que la energía canalizada, con frecuencia bajo la forma de una entidad de personalidad distinta, tome el control de todas las funciones corporales. El ritmo del corazón y la respiración suelen tomarse más lentos; es como si las funciones físicas estuvieran bajo el man¬do de la fuente que se canaliza. En este tipo de canalización, el médium no suele guardar memoria de lo que ocurrió mientras tenía lugar el proceso.
Mientras estaba escribiendo este capítulo tuve oportunidad de conocer a Phyllis Carmel, una médium de cuerpo entero que, como ella dice, “trabaja con espíritus desde hace cincuenta y seis años”.
Phyllis conoció a los grandes médiums de la última época y trabajó con ellos; aunque no pasamos mucho tiempo juntas, aprendí mucho sobre lo que significa ser una médium de cuerpo entero. Me conmovieron la dedicación y el sacrificio personal que Phyllis y otros médiums de cuerpo entero ponen en su trabajo.
Phyllis canaliza dentro de una Jaula Faraday, artefacto ideado para despejar el campo electromagnético a su alrededor. La Jaula le permite bloquear las emociones de los que están presentes mientras ella canaliza, facilitándole el paso por los niveles que debe atravesar al abandonar su cuerpo.
Experimenta el abandono del cuerpo y el tránsito por varios niveles, donde encuentra diversas formas de manifestación al “salir”. Es un estado muy vulnerable, de completa pasividad y entrega. Sentí mucha admiración por ella, su obra y su integridad.
La canalización de trance completo o cuerpo entero no es el tipo que yo enseño. La practicaban Edgar Cayce y Jane Roberts. Edgar Cayce era un cristiano tradicional; se dice que se sorprendió mucho y hasta quedó avergonzado cuando le contaron algunas de las curas y recomendaciones que había hecho estando en trance.
Sus recetas y remedios no ortodoxos han curado a muchos. Jane Roberts también era un médium de cuerpo entero. Jane era anoréxica; cuando Seth tomaba su cuerpo, fumaba un cigarrillo tras otro y bebía cerveza. La combinación no benefició la salud de Jane, ya precaria. Murió de muerte muy penosa, a la edad relativamente temprana de cincuenta y un años, después de haber pasado la mayor parte de los dos últimos años en un hospital. No fue la canalización lo que la mató, por supuesto, pero el entregar su cuerpo a los apetitos de Seth no la ayudó.
El segundo tipo de canalización, el que enseñamos en nuestro Entrenamiento de Trabajadores de la Luz, consiste en ingresar en un ligero estado de conciencia alterada, similar a un trance. Phyllis lo llama “canalización inspiracional”. En este tipo de canalización uno se siente como si se desplazara en vez de partir y oye lo que se dice.
El médium está aun presente en su conciencia. Es el tipo que prefiero. Me permite ser responsable de mi propio cuerpo y, si bien no dirijo la canalización, puedo saber y, por lo tanto, ser responsable de lo que se está diciendo.
El tercer tipo no se parece en absoluto a una canalización. Todos hemos oído hablar de un orador bien dotado (quizás un predicador, un político o un profesor) que se planta frente a un grupo y comienza a hablar. Al cabo de un rato es como si captara un torrente de pensamiento que lo conduce brillantemente a lo largo de su discurso. Ese también es un tipo de canalización.
En California trabajé con dos maestros de ese tipo: Werner Erhard y Terry Cole-Whittaker. Terry era ministra de una Iglesia de la Ciencia Religiosa, con programa de televisión propio, los domingos por la mañana. Estudié con ella durante un tiempo y presencié la grabación de su programa. Era asombrosa.
Partiendo de unas pocas notas, comenzaba a hablar de un tema y una la sentía deslizarse en una corriente, dejarse arrastrar, hasta que redondeaba todo cuanto había dicho en una conclusión brillante. Luego tomaba un breve descanso, se cambiaba de ropas y volvía a ponerse frente a la cámara, para hablar sobre otro tema. Y así seguía.
Grababa los sermones de todo un mes en un solo día y lograba conmover, atrapar la atención y mostrarse brillante en cada uno de ellos. Como decía Terry: “Me canalizo a mí misma.” Yes cierto. Sin embargo, el aspecto de sí misma que canalizaba no era el mismo aspecto con el que opera en los otros momentos de su vida diaria.
Esto vale para todos nosotros. Cambiamos aspectos de nuestra conciencia y manifestamos o encarnamos esos aspectos que (si todo marcha bien) son apropiados para las diversas situaciones en que nos pone la vida. Los problemas surgen cuando nos encontramos en un aspecto de nuestra Ser-idad que no es apropiado para las circunstancias del momento.
Tal vez nos domina un aspecto y no podemos pasar al más adecuado cuando hace falta. Por ejemplo: si alguien es dominado por su niño rechazado interior, todos los contactos humanos, desde los comerciales a los románticos, se verán empañados por los pensamientos, las emociones y el lenguaje corporal de ese niño rechazado. Entonces estamos en dificultades.
Al trabajar con distintas personas, en nuestros grupos, he notado que nos domina con frecuencia un aspecto que encierra mucho dolor. Como tenemos miedo de experimentar ese dolor, nos resistimos a ese aspecto nuestro, que en¬tonces domina inconscientemente nuestra psiquis.
Con frecuencia tememos entrar en el dolor y explorar plenamente ese aspecto que lo contiene, pues nos parece que la magnitud de la emoción puede abrumamos. Creemos que nos destruirá. Es cierto que algunos de esos aspectos del niño no tienen recursos para enfrentar las vastas emociones que están encerradas dentro de ellos. Sin embargo, el adulto comprometido con el pleno despertar y la manifestación de su Ser desarrolla los recursos necesarios para enfrentar todo lo que esté dentro de sí. Cuando va hacia adentro y experimenta plenamente lo que hay allí, es libre.
Sólo atravesando se puede llegar al otro lado. Una vez que se libera la emoción, una vez que se recrea la experiencia (como diría Werner Erhard) ésta ya no tiene poder sobre nosotros. Aún podemos tener ese aspecto como parte de nuestro Ser multifacético, pero él ya no nos tiene a nosotros. Hace falta valor, responsabilidad y amor por el propio ser para enfrentarse a los dragones, pero no hay otro modo de matarlos.
Es muy cierto que “el reino de los cielos está dentro de ti”; debemos estar dispuestos a ir hacia adentro, explorar, experimentar y, finalmente, abrazar lo que allí encontremos. Tal vez no estemos preparados para hacerlo desde el principio o todo de una vez, pero al avanzar en nuestro despertar debemos estar dispuestos a aceptar la responsabilidad de todo lo que somos. En eso consiste la autorrealización.
Si uno está dominado por alguno de los aspectos personales, resulta muy difícil desprenderse de los planos personales y abrirte a lo transpersonal. Por eso las antiguas es¬cuelas del misterio, en su mayoría, no aceptaban a un inicia¬do mientras no hubiera cumplido los cuarenta años. La vida se encargaba de gran parte de su aprendizaje. Debían elaborar la mayor parte de su material personal antes de recibir los secretos de lo transpersonal.
Aun después de ser aceptado en una escuela del misterio, el estudiante debía dedicar muchos años al desarrollo personal antes de ser entrenado en el arte de conectarse con lo transpersonal. Claro que, como ocurre con cualquier otra habilidad, algunas personas tienen una afinidad natural con la canalización y otras no. Naturalmente, esto afectaba el entrenamiento. La canalización es más fácil para algunos, que hemos sido entrenados de una u otra forma de canalización durante otras existencias.
El motivo principal por el que era preciso trabajar en los planos personales antes de aprender el arte de canalizar era asegurar la integridad de la canalización. Los maestros de las escuelas de misterio querían asegurarse de que la canalización no estuviera contaminada por los niveles de la personalidad del médium, ya fuera consciente o inconscientemente.
La persona que tuviera cuestiones personales, emociones o prejuicios sin resolver, podía contaminar inconscientemente el mensaje canalizado. Si estaba dominada por un aspecto personal inapropiado, eso se filtraría en la cana¬lización. Si el médium tenía temas con el poder o estaba motivado por la ganancia personal, podía a conciencia contaminar conscientemente la canalización a fin de manipular a otros.

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