La gran diferencia de meditar y no meditar

ojodeltiempo.com
por Pablo Klte
meditar

La imagen “meditar vs. no meditar”es extraordinariamente elocuente. Quizás su mejor forma de comunicación es simplemente compartirla sin palabras.

meditar, relajarse, estres, espiritualidad, silencio
Dicho esto, haremos aquí una rebuscada hermenéutica de su significado, si bien quizás divergiendo de la simplicidad del zen, al menos no en el sentido de que lo hacemos a la ligera, con un espíritu lúdico. Y es que, si bien lo mejor es no decir nada, podríamos escribir un extenso tratado sobre esta imagen como vía de entrada a la meditación.
La esencia de lo que comunica la imagen es que la diferencia entre entrar en el estado meditativo e intentar meditar sin conseguirlo es bastante sutil, pero puede enunciarse simplemente en que la meditación consiste en un estado de tranquilidad energética en el que el tren de pensamientos no se fija, no se persiguen las ideas y se evita el pensamiento discursivo y conceptual. Así pues, si creemos que estamos meditando y todavía hay un diálogo interno que lo afirma esto es una señal segura de que no estamos en el veradero estado meidtativo, el cual es inefable y trasciende la descripción. La meditación necesariamente se hace sin esfuerzo, en un acto de lo que los chinos llaman wu-wei, la no-acción, el hacer sin hacer que nos liga con el flujo ubicuo de la vida. Este flujo puede simbolizarse en los puntos suspensivos que indican simplemente continuidad.
Uno de los principios básicos que se revelan en  la meditación es el desapego y la relajación de la identidad, lo que se ha descrito como vaciar la mente y no pensar. Eso tiene una correlación filosófica en el budismo, por ejemplo, con la noción de que el yo que piensa es ilusorio, así como también la idea de que el vacío es la naturaleza esencial de todos los fenómenos y de la mente misma. La mente es considerada sólo el espejo o el lienzo en el que se despliegan los fenómenos externos e internos -por ello al fijar una identidad a la cual o en la cual están sucediendo las cosas, se rompe con este cielo abierto de despliegue puro y radiante. Explica Thinley Norbu Rinpoche: “por incontables vidas podemos intentar hallar nuestra mente, pero nunca podrá hallarse dentro de ninguna sustancia fenoménica porque siempre es sólo vacío… Nuestra mente espejo siempre refleja incontables fenómenos sin obstrucción ni esfuerzo”. La meditación en cierta forma, nos dirían los budistas, nos acerca a la realidad pura e inobstruida de la mente.
Quizás lo que podemos aprender de estas ondulaciones iridiscentes que emulan el cascabelo de la energía en su infinita circulación es que al dejar de describirnos la realidad, de tener una conciencia personal, entonces nos hacemos a un lado para que fluya en nosotros la energía del universo, lo que Lao-zi llamó el Tao (el todo, el camino). En uno de los capítulos del Tao Te King se dice:
Puedes conocer el universo
Sin salir de tu casa.
Puedes ver los caminos del cielo.
Sin  mirar hacia fuera a través de tu ventana.
El sabio sabe sin moverse.
Ve sin mirar;
Trabaja sin hacer.
Creo que este poema de Lao-zi capta con gracia y majestuosidad la esencia de la meditación, ese momento mágico en el que la mente y el cuerpo se relajan de manera tan clara que en vez de dormirse despiertan a la realidad.  Asimismo, la imagen capta de manera muy expresiva la esencia del samadhi, el estado de conciencia meditativa espiritual. Esto porque en el momento en el que el ego sale a la superficie y se afirma describiendo lo que está ocurriendo el estado de inmersión profunda de la conciencia desaparece y emerge la dualidad y la separación entre el ser que percibe y lo que percibe. Lo anterior nos sugiere que el ego es apenas el iceberg de un océano de energía, el cual no podremos experimentar siempre que nos quedemos en la punta describiendo el estado del océano. Es necesario, por supuesto, ser el océano.
Twitter del autor: @alepholo

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