¿Por qué sentimos apego por las cosas?
harmonia.la
Desde que somos niños sentimos
que somos dueños de las cosas (nuestros juguetes, nuestros padres,
nuestro hermano y nuestro cuarto), tan es así que muchas veces vemos a
niños llorando porque alguien más juega con su cubeta para la arena.
¿Por qué sentimos apego por las cosas? ¿Será parte de nuestra
naturaleza?
Jean Piaget, un psicólogo
especializado en la infancia, detectó que desde pequeños presentamos un
carácter posesivo que se relaciona con lo que él llamó el endowment effect, es decir, el hecho que que valoramos más las cosas cuando las consideramos nuestras.
Para demostrar su punto, dio a
elegir a un grupo de niños entre una taza y un chocolate como
recompensa por ayudar en sus estudios. La mitad de los niños eligió la
taza y la otra mitad el chocolate. Lo sorprendente fue que a otro grupo
le dio la taza primero y luego le dio la opción de cambiarla por un
chocolate, pero apenas el 11% quiso cambiar el obsequio original. Lo
mismo ocurrió con un grupo de niños a los que les dio primero el
chocolate con la opción de cambiarlo por una taza, pero también fue una
minoría la que quiso intercambiarlo.
La conclusión de la
investigación de Piaget fue que le adjudicamos un mayor valor a las
cosas que consideramos nuestras que a las que no nos pertenecen. Un
posible motivo para esto es que definimos nuestra identidad a partir de
las cosas que consideramos como nuestras.
De hecho, en un estudio de los
cerebros de diversos individuos, Piaget descubrió que cuando vemos un
objeto marcado como propio –por ejemplo, un bote de basura con nuestro
nombre escrito sobre él– se activan en nuestra mente conexiones
neuronales que se relacionan con la formación de una identidad.
Además, en otro estudio del
mismo psicólogo se encontró que los niños prefieren sus propios objetos
por una especie de esencia particular en ellos. Así, cuando les daban a
elegir entre tres bicicletas idénticas siempre preferían la suya.
No obstante, es importante
aclarar que este sentido de posesión es cultural. En sociedades que se
encuentran lejos de la modernidad y que acostumbran compartir casi todo
el endowment effect no está presente, lo cual nos lleva a
reflexionar sobre el apego: ¿sentimos que las cosas nos pertenecen
porque así nos han educado?, ¿quién determina de qué somos dueños?,
¿deberíamos de ser más compartidos?
Si el endowment effect
es relativo a la cultura y la modernidad, ¿podríamos probar nuevas
formas de convivencia en las que aprendamos a compartir y reduzcamos
nuestro apego por los objetos?
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